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  • Luego Balaam dijo a Balac: "Quédate junto a tus ofrendas, mientras voy a ver si el Señor me hace una revelación. Yo te comunicaré lo que él me manifieste". Y se fue a una colina desierta. (Números 23, 3)

  • Entonces Balaam dijo a Balac: "Quédate aquí, junto a tu holocausto, mientras yo voy más allá en busca de una revelación". (Números 23, 15)

  • Un día antes de la llegada de Saúl, el Señor había hecho a Samuel esta revelación: (I Samuel 9, 15)

  • si has abierto la boca contra un amigo, no te inquietes: es posible la reconciliación. Pero ante la afrenta, el orgullo, la revelación de un secreto y el golpe traicionero, ante esas cosas, huirá cualquier amigo. (Eclesiástico 22, 22)

  • En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. (Romanos 8, 19)

  • Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. (I Corintios 1, 7)

  • Supongamos, hermanos, que yo fuera a verlos y les hablara en esa forma, ¿de qué les serviría si mi palabra no les aportara ni revelación, ni ciencia, ni profecía, ni enseñanza? (I Corintios 14, 6)

  • Hermanos, ¿qué conclusión sacaremos de todo esto? Cuando se reúnen, uno puede cantar salmos, otro enseñar, o transmitir una revelación, o pronunciar un discurso en un lenguaje incomprensible, o bien, interpretarlo. Que todo sirva para la edificación común. (I Corintios 14, 26)

  • Si algún otro asistente recibe una revelación, que se calle el que está hablando. (I Corintios 14, 30)

  • yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. (Gálatas 1, 12)

  • Lo hice en virtud de una revelación divina, y les expuse el Evangelio que predico entre los paganos, en particular a los dirigentes, para asegurarme que no corría o no había corrido en vano. (Gálatas 2, 2)

  • Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. (Efesios 1, 17)


“Os corações fortes e generosos não se lamentam, a não ser por grandes motivos e,ainda assim,não permitem que tais motivos penetrem fundo no seu íntimo.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina