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  • Tú has sido bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia, salvándome la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan sobre mí la destrucción y la muerte. (Génesis 19, 19)

  • El Señor hará que caigan derrotados todos los enemigos que se alcen contra ti: vendrán a atacarte por un camino y por siete caminos huirán de ti. (Deuteronomio 28, 7)

  • el Señor no lo perdonará. Al contrario, la ira y los celos del Señor se encenderán contra ese hombre, hasta que cada una de las sanciones enumeradas en este Libro caigan sobre él, y el Señor borre su nombre de la tierra. (Deuteronomio 29, 19)

  • ¡que los sorprenda un desastre imprevisto; que sean atrapados por sus propias redes, y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron! (Salmos 35, 8)

  • Que caigan en lo más profundo de la tierra los que buscan mi perdición; (Salmos 63, 10)

  • Aunque caigan mil a tu izquierda y diez mil a tu derecha, tú no serás alcanzado: (Salmos 91, 7)

  • Que se acumulen sobre ellos carbones encendidos, que caigan en lo profundo y no puedan levantarse. (Salmos 140, 11)

  • ¡Caigan los malvados en sus propias redes, mientras yo paso sin hacerme daño! (Salmos 141, 10)

  • Dales su merecido a este hombre y a su ejército, y que caigan al filo de la espada. Acuérdate de sus blasfemias y no les des tregua". (I Macabeos 7, 38)

  • Entonces la palabra del Señor les sonará así: sau lasau, sau lasau, cau lacau, cau lacau, un poco aquí, otro poco allí, a fin de que caigan de espaldas al caminar, se destrocen y queden enredados en la trampa. (Isaías 28, 13)

  • Por eso, entrega sus hijos al hambre y déjalos a merced de la espada. ¡Que sus mujeres se queden sin hijos y sin marido, que sus hombres mueran víctimas de la peste, que sus jóvenes caigan bajo la espada en el combate! (Jeremías 18, 21)

  • Tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Beban hasta embriagarse, vomiten y caigan para no levantarse más, delante de la espada que yo envío en medio de ustedes! (Jeremías 25, 27)


“O amor sem temor torna-se presunção.” São Padre Pio de Pietrelcina