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  • Se oía allí el ruido de una turba indolente, por la multitud de hombres, de bebedores traídos del desierto; ponían ellos brazaletes en las manos de ellas y una corona preciosa en su cabeza. (Ezequiel 23, 42)

  • Suspira en silencio, no hagas duelo de muertos; ciñe el turbante a tu cabeza, ponte tus sandalias en los pies, no te cubras la barba, no comas pan ordinario.» (Ezequiel 24, 17)

  • seguiréis llevando vuestros adornos en la cabeza y vuestras sandalias en los pies, no os lamentaréis ni lloraréis. Os consumiréis a causa de vuestras culpas y gemiréis los unos con los otros. (Ezequiel 24, 23)

  • Lanzarán su clamor por ti, gritarán amargamente. Se echarán polvo en la cabeza, se revolcarán en la ceniza; (Ezequiel 27, 30)

  • No yacen con los héroes caídos de antaño, aquellos que bajaron al seol con sus armas de guerra, a los que se les ha puesto la espada bajo su cabeza y los escudos sobre sus huesos, porque el pánico de los héroes cundía en la tierra de los vivos. (Ezequiel 32, 27)

  • si resulta que alguien oye bien el sonido del cuerno, pero no hace caso, de suerte que la espada sobreviene y le mata, la sangre de este hombre recaerá sobre su propia cabeza. (Ezequiel 33, 4)

  • Llevarán en la cabeza turbantes de lino, y fajas de lino a los riñones; no se ceñirán nada que transpire el sudor. (Ezequiel 44, 18)

  • No se raparán la cabeza, ni dejarán crecer libremente su cabellera, sino que se cortarán cuidadosamente el pelo. (Ezequiel 44, 20)

  • Pero el jefe de los eunucos dijo a Daniel: «Temo al rey, mi señor; él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida, y si llega a ver vuestros rostros más macilentos que los de los jóvenes de vuestra edad, expondríais mi cabeza a los ojos del rey.» (Daniel 1, 10)

  • pero hay un Dios en el cielo, que revela los misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza cuando estabas en tu lecho eran éstos: (Daniel 2, 28)

  • La cabeza de esta estatua era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus lomos de bronce, (Daniel 2, 32)

  • - los hijos de los hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo, dondequiera que habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos -, tú eres la cabeza de oro. (Daniel 2, 38)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina