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  • Y Holofernes lo había ordenado a sus guardias. Permaneció tres días en el campo, y cada noche marchaba al valle de Betulia y se lavaba en la fuente, junto al cuerpo de guardia. (Judit 12, 7)

  • Envolvió luego el cuerpo con la ropa de la cama y quitó las cortinas de las columnas. Salió aprisa y entregó la cabeza de Holofernes a su doncella, (Judit 13, 9)

  • Al no responder nadie, entró en el dormitorio y lo encontró tendido en el suelo, muerto, con el cuerpo sin cabeza. (Judit 14, 15)

  • Se despojó de sus vestiduras reales y se puso vestidos de llanto y de duelo; en vez de olorosos perfumes, cubrió su cabeza de polvo y ceniza, mortificó duramente su cuerpo con ayunos y ocultó la espléndida belleza de su cuerpo con sus cabellos en desorden. (Ester 14, 2)

  • Mientras yo no confesaba, mi cuerpo se agotaba de gemir todo el día; (Salmos 32, 3)

  • Mas yo, cuando estaban enfermos, vestía de sayal, maceraba mi cuerpo con ayunos y estaba siempre orando interiormente. (Salmos 35, 13)

  • todo mi cuerpo está enfermo, debido a tu furor; no tengo hueso sano, debido a mi maldad; (Salmos 38, 4)

  • las espaldas me arden, no hay en mi cuerpo nada sano; (Salmos 38, 8)

  • no se privan de nada hasta la muerte, sano y rollizo está su cuerpo; (Salmos 73, 4)

  • Mi cuerpo y mi corazón ya languidecen; el sostén de mi corazón, mi patrimonio, es Dios por siempre. (Salmos 73, 26)

  • de tanto ayunar se me doblan las rodillas; falto de alimento, mi cuerpo ha enflaquecido; (Salmos 109, 24)

  • ante ti se estremece mi cuerpo de terror, tengo miedo de tus decisiones. (Salmos 119, 120)


“O santo silêncio nos permite ouvir mais claramente a voz de Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina