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  • Pero ante las débiles no las ponía. Y así las crías débiles eran para Labán y las robustas para Jacob. (Génesis 30, 42)

  • Entonces se acordó de los sueños que había tenido referente a ellos, y les dijo: "Vosotros sois espías; habéis venido para ver los puntos débiles del país". (Génesis 42, 9)

  • Pero él les dijo: "No, habéis venido para ver los puntos débiles del país". (Génesis 42, 12)

  • cómo sin temer a Dios te asaltó en el camino e hirió por la espalda a los que estaban débiles y se habían quedado rezagados, cuando ibas cansado y extenuado. (Deuteronomio 25, 18)

  • Ezequías, lleno de ánimo, reparó las murallas en todos sus puntos débiles, levantó torres sobre ellas, construyó un segundo muro exterior, restauró el terraplén en la ciudad de David y al mismo tiempo fabricó gran cantidad de dardos y escudos. (II Crónicas 32, 5)

  • Pues no está tu fuerza en la multitud ni en los poderosos tu dominio, sino que eres Dios de los humildes, socorro de los oprimidos, protector de los débiles, defensor de los abandonados, salvador de los desesperanzados. (Judit 9, 11)

  • Entonces mis humildes dieron la voz de alarma y ellos se asustaron; mis débiles gritaron, y ellos se llenaron de terror; dieron voces, y ellos se dieron a la fuga. (Judit 16, 11)

  • Mira, tú has instruido a otros muchos, has vigorizado las manos débiles. (Job 4, 3)

  • Lucharon contra Timoteo y Báquides, mataron a más de veinte mil y cayeron en su poder altas y sólidas fortalezas. Repartieron el abundante botín en dos partes iguales, una para ellos y otra para los débiles, los huérfanos, las viudas y los ancianos. (II Macabeos 8, 30)

  • ¡Ay de los corazones débiles y de las manos flojas, del pecador que va por doble sendero! (Eclesiástico 2, 12)

  • que niegan la justicia a los débiles y quitan su derecho a los pobres de mi pueblo; que hacen de las viudas su presa y de los huérfanos su botín! (Isaías 10, 2)

  • juzgará con justicia a los débiles, y con rectitud a los pobres del país; al tirano herirá con la vara de su boca, matará al criminal con el soplo de sus labios. (Isaías 11, 4)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina