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  • Entonces, el rey de Sodoma, el de Gomorra, el de Admá, el de Seboín y el de Bela, o sea, de Soar, les salieron al encuentro y presentaron batalla contra ellos en el valle de Sidín: (Génesis 14, 8)

  • Cuando Abrán volvía de derrotar a Codorlaomer y a los reyes que estaban con él, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Savé, o sea, el valle del Rey. (Génesis 14, 17)

  • Alzó los ojos y vio a tres hombres de pie delante de él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, (Génesis 18, 2)

  • El Señor respondió: "Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a toda la ciudad en consideración a ellos". (Génesis 18, 26)

  • A lo mejor faltan cinco para los cincuenta justos; ¿destruirás por esos cinco toda la ciudad?". Y él respondió: "No, no la destruiré si encuentro cuarenta y cinco justos". (Génesis 18, 28)

  • Abrahán insistió: "No se irrite mi Señor si sigo hablando. A lo mejor sólo hay treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si encuentro treinta". (Génesis 18, 30)

  • Cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma, al atardecer, Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Al verlos se levantó, fue a su encuentro, se postró rostro en tierra (Génesis 19, 1)

  • y dijo: "Señor, Dios de mi amo Abrahán, haz que tenga hoy un buen encuentro y muestra tu amistad con mi amo Abrahán. (Génesis 24, 12)

  • cuando el criado corrió a su encuentro, y le dijo: "Por favor, dame de beber un poco de agua de tu cántaro". (Génesis 24, 17)

  • Rebeca tenía un hermano de nombre Labán, el cual salió aprisa al encuentro del criado junto a la fuente. (Génesis 24, 29)

  • Cuando Labán oyó que había llegado su sobrino Jacob, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Jacob contó a Labán todo lo sucedido. (Génesis 29, 13)

  • A la tarde, cuando Jacob volvía del campo, salió Lía a su encuentro y le dijo: "Tienes que dormir conmigo, porque te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo". Y él durmió con ella aquella noche. (Génesis 30, 16)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina