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  • Fineés, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes dejaron a los de Rubén, a los de Gad y a la media tribu de Manasés en Galaad y volvieron a Canaán e informaron a los israelitas. (Josué 22, 32)

  • Galaad se quedó al otro lado del Jordán; y Dan, ¿por qué se quedó junto a las naves? Aser se sentó a orillas del mar, y habita tranquilo en sus puertos. (Jueces 5, 17)

  • Después de él surgió Yaír, de Galaad. Fue juez en Israel durante veintidós años. (Jueces 10, 3)

  • Tuvo treinta hijos, que montaban treinta asnos y tenían treinta ciudades llamadas Javot Yaír hasta el día de hoy, en Galaad. (Jueces 10, 4)

  • Los amonitas y los filisteos oprimieron cruelmente durante dieciocho años a los israelitas de Transjordania, en el país amorreo, en Galaad. (Jueces 10, 8)

  • Los amonitas se reunieron y vinieron a acampar en Galaad; se reunieron también los israelitas y acamparon en Mispá. (Jueces 10, 17)

  • Entonces el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: "El que comience a atacar a los amonitas, ése será el jefe de todos los habitantes de Galaad". (Jueces 10, 18)

  • Jefté, el galaadita, era un hombre fuerte y valiente. Era hijo de una prostituta. Su padre era Galaad. (Jueces 11, 1)

  • La mujer de Galaad le dio también otros hijos; y cuando crecieron, éstos echaron a Jefté y le dijeron: "Tú no tendrás parte en la herencia de nuestro padre, porque eres hijo de una mujer extraña". (Jueces 11, 2)

  • y los ancianos de Galaad fueron a buscar a Jefté al país de Tob. (Jueces 11, 5)

  • Los ancianos de Galaad le respondieron: "Precisamente por eso recurrimos ahora a ti. Ven con nosotros para luchar contra los amonitas y serás nuestro jefe, el jefe de todos los habitantes de Galaad". (Jueces 11, 8)

  • Los ancianos de Galaad le respondieron: "Que el Señor sea testigo entre nosotros; aceptamos tu propuesta". (Jueces 11, 10)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina