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  • Téraj tomó a su hijo Abrán, a su nieto Lot y a Saray su nuera, mujer de Abrán, y los hizo salir de Ur de los caldeos para ir al país de Canaán; pero al llegar a Jarán se quedaron allí. (Génesis 11, 31)

  • De este modo las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre. (Génesis 19, 36)

  • Luego besó a todos sus hermanos entre lágrimas. Después de esto sus hermanos quedaron hablando con él. (Génesis 45, 15)

  • El lino y la cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya espigada y el lino en flor. (Exodo 9, 31)

  • Solamente Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, quedaron con vida entre los hombres que habían ido a explorar la tierra. (Números 14, 38)

  • Los incensarios de estos hombres que pecaron para su propio daño serán transformados en láminas para revestir el altar, pues fueron presentados al Señor y quedaron santificados; servirán de recuerdo para los israelitas". (Números 17, 3)

  • Él les dijo: "Pasad aquí la noche, y yo os responderé según lo que me diga el Señor". Los príncipes de Moab se quedaron con Balaán. (Números 22, 8)

  • y 16.000 personas, de las cuales 32 quedaron para el Señor. (Números 31, 40)

  • Yo bajé del monte, coloqué las tablas en el arca que había hecho, y allí quedaron depositadas, como el Señor me había ordenado. (Deuteronomio 10, 5)

  • las aguas que venían de arriba se pararon y se amontonaron a mucha distancia -desde Adán hasta la ciudad que está próxima a Sartán-, y las que bajaban al mar de Arabá, el mar Muerto, quedaron enteramente separadas de las otras, mientras el pueblo pasó frente a Jericó. (Josué 3, 16)

  • Cuando los reyes amorreos de Cisjordania y los cananeos de occidente oyeron cómo había secado el Señor las aguas del Jordán ante los israelitas hasta que pasaron, se quedaron atónitos y acobardados ante ellos. (Josué 5, 1)

  • Los otros salieron de la ciudad a su encuentro, de suerte que las gentes de Ay quedaron en medio de los israelitas, que los derrotaron hasta no dejar ni un superviviente ni un fugitivo. (Josué 8, 22)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina