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Saúl y Jonatán, tan queridos y amados, no fueron separados ni en la vida ni en la muerte; más veloces que águilas, más fuertes que leones. (II Samuel 1, 23)
Arráncate el cabello, rasúrate por tus hijos queridos, ensancha tu calva como la del buitre, porque han sido desterrados lejos de ti. (Miqueas 1, 16)
Hemos decidido de común acuerdo elegir unos delegados y enviarlos a vosotros, con nuestros queridos Bernabé y Pablo, (Hechos 15, 25)
En cuanto al evangelio, son tenidos como enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección, siguen siendo muy queridos de Dios en atención a sus antepasados; (Romanos 11, 28)
Queridos míos, no os toméis la justicia por vuestra mano; dejad que sea Dios el que castigue, como dice la Escritura: Yo haré justicia, yo daré a cada cual su merecido. (Romanos 12, 19)
No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos muy queridos. (I Corintios 4, 14)
Por esto, queridos míos, huid de la idolatría. (I Corintios 10, 14)
Por esto, queridos hermanos, manteneos firmes, inconmovibles, trabajando más y más en la obra del Señor, sabiendo que el Señor no dejará sin recompensa vuestro trabajo. (I Corintios 15, 58)
Por tanto, queridos hermanos, como siempre habéis obedecido, no sólo durante mi presencia, sino también y mucho más mientras estuve ausente, trabajad por vuestra salvación con profundo acatamiento (Filipenses 2, 12)
Por tanto, hermanos míos queridísimos, mi alegría y mi corona, manteneos firmes en el Señor, queridos míos. (Filipenses 4, 1)
Sabemos muy bien, hermanos queridos de Dios, que habéis sido elegidos. (I Tesalonicenses 1, 4)
Pero nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos queridos del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvaros por la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. (II Tesalonicenses 2, 13)