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  • Después llegaron a la fuente de la justicia, o sea Cades, y ocuparon todo el territorio de los amalecitas y el de los amorreos, que habitaban en Jasesón Tamar. (Génesis 14, 7)

  • Judá tomó una mujer para su primogénito, Er. Se llamaba Tamar. (Génesis 38, 6)

  • Entonces Judá dijo a su nuera: "Vuelve como viuda a la casa de tu padre, hasta que se haga mayor mi hijo Selá". Él se decía: "No sea que muera también él como sus hermanos". Tamar volvió a casa de su padre. (Génesis 38, 11)

  • Y se lo fueron a decir a Tamar: "Tu suegro sube a Timná al esquileo de las ovejas". (Génesis 38, 13)

  • Unos tres meses después le contaron a Judá: "Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado encinta". Judá dijo: "Que sea sacada y quemada". (Génesis 38, 24)

  • Entonces, mientras los israelitas se movieron de su puesto y se pusieron en orden de batalla en Baal Tamar, la emboscada de Israel surgió de su puesto al poniente de Guibeá. (Jueces 20, 33)

  • Que sea tu casa como la de Fares, el que Tamar dio a Judá, por la posteridad que el Señor te dé de esta joven". (Rut 4, 12)

  • Absalón, hijo de David, tenía una hermana que era muy bella. Se llamaba Tamar. Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (II Samuel 13, 1)

  • Amnón andaba atormentado, hasta sentirse enfermo, por su hermana Tamar; pues siendo ella virgen, le resultaba difícil hacerle nada a ella. (II Samuel 13, 2)

  • Y le dijo: "¿Por qué estás cada día más macilento, hijo del rey? ¿No quieres explicármelo?". Amnón le respondió: "Es que estoy enamorado de Tamar, la hermana de mi hermano Absalón". (II Samuel 13, 4)

  • Yonadab le dijo: "Acuéstate en tu cama y fíngete enfermo; y cuando venga tu padre a visitarte, le dirás: Que venga, por favor, mi hermana Tamar a darme de comer. Que ella prepare la comida delante de mí para que yo la vea y reciba el alimento de su mano". (II Samuel 13, 5)

  • Amnón se acostó y se fingió enfermo. El rey vino a visitarle, y le dijo: "Que venga, por favor, mi hermana Tamar; que prepare dos tortas delante de mí, y yo las tomaré de su mano". (II Samuel 13, 6)


“O bem dura eternamente.” São Padre Pio de Pietrelcina