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y de Hircano, hijo de Tobías, persona de noble posición -contra las falsas denuncias del malvado Simón-; y que todo el tesoro era de trece mil seiscientos kilos de plata y seis mil seiscientos de oro; (II Macabeos 3, 11)
A tal punto llegó el helenismo y el incremento de costumbres extranjeras a causa del malvado, más que sumo sacerdote, Jasón, (II Macabeos 4, 13)
Otros, en cambio, vendían lo que les quedaba y suplicaban a Dios que los librara del malvado Nicanor, que los había vendido antes de llegar. (II Macabeos 8, 14)
Y el malvado oraba a Dios -que no había de compadecerse de él-, y decía (II Macabeos 9, 13)
Pero el Rey de reyes despertó la ira de Antíoco contra este malvado cuando Lisias hizo ver al rey que Menelao era la causa de todos los males. Entonces el rey ordenó que lo llevaran a Berea y lo mataran según la costumbre de aquel lugar. (II Macabeos 13, 4)
El rey, exasperado e inducido por las calumnias de aquel malvado, escribió a Nicanor, diciéndole que no le agradaban los pactos concertados y que inmediatamente se le enviara preso a Antioquía a Judas. (II Macabeos 14, 27)
Pero el malvado preguntó si, en efecto, había en el cielo un poderoso que hubiera ordenado santificar el día del sábado. (II Macabeos 15, 3)
Mostró a todos la cabeza del malvado Nicanor y la mano que el blasfemo había levantado orgulloso sobre la misma santa morada del todopoderoso (II Macabeos 15, 32)
La maldición del Señor está en la casa del malvado, pero bendice la morada del justo. (Proverbios 3, 33)
El que corrige al escéptico se acarrea afrenta; el que reprende al malvado, ultraje. (Proverbios 9, 7)
El Señor no deja al justo sufrir hambre, pero rechaza la codicia del malvado. (Proverbios 10, 3)
El salario del justo procura la vida, la ganancia del malvado la ruina. (Proverbios 10, 16)