1. Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

2. ¡Salva, Yahveh, que ya no hay fieles, se acabaron los veraces entre los hijos de Adán!

3. Falsedad sólo dicen, cada cual a su prójimo, labios de engaño, lenguaje de corazones dobles.

4. Arranque Yahveh todo labio tramposo, la lengua que profiere bravatas,

5. los que dicen: «La lengua es nuestro fuerte, nuestros labios por nosotros, ¿quien va a ser amo nuestro?»

6. Por la opresión de los humildes, por el gemido de los pobres, ahora me alzo yo, dice Yahveh: auxilio traigo a quien por él suspira.

7. Las palabras de Yahveh son palabras sinceras, plata pura, de ras de tierra, siete veces purgada.

8. Tú, Yahveh, los guardarás, los librarás de esta ralea para siempre;

9. de todas partes se irán los impíos, colmo de vileza entre los hijos de Adán.





“Esforce-se, mesmo se for um pouco, mas sempre…” São Padre Pio de Pietrelcina