1. Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.

2. Tenme piedad, oh Dios, tenme piedad, que en ti se cobija mi alma; a la sombra de tus alas me cobijo hasta que pase el infortunio.

3. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que tanto hace por mí.

4. Mande desde los cielos y me salve, confunda a quien me pisa, envíe Dios su amor y su verdad.

5. Mi alma está tendida en medio de leones, que devoran a los hijos de Adán; sus dientes son lanzas y saetas, su lengua, una espada acerada.

6. ¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos, sobre toda la tierra, tu gloria

7. Tendían ellos una red bajo mis pasos, mi alma se doblaba; una fosa cavaron ante mí, ¡cayeron ellos dentro!

8. A punto está mi corazón, oh Dios, mi corazón a punto; voy a cantar, voy a salmodiar,

9. ¡gloria mía, despierta!, ¡despertad, arpa y cítara!, ¡a la aurora he de despertar!

10. Te alabaré entre los pueblos, Señor, te salmodiaré entre las gentes;

11. porque tu amor es grande hasta los cielos, tu verdad hasta las nubes.

12. ¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos, sobre toda la tierra, tu gloria!





“Cuide de estar sempre em estado de graça.” São Padre Pio de Pietrelcina