Löydetty 23 Tulokset: Abel-Misraim

  • Después dio a luz a Abel, el hermano de Caïn. Abel fue pastor de ovejas, mientras que Caín labraba la tierra. (Génesis 4, 2)

  • También Abel le hizo una ofrenda, sacrificando los primeros nacidos de sus rebaños y quemando su grasa. (Génesis 4, 4)

  • A Yavé le agradó Abel y su ofrenda, mientras que le desagradó Caín y la suya. Ante esto Caín se enojó mucho y su rostro se descompuso. (Génesis 4, 5)

  • Caín dijo después a su hermano Abel: «Vamos al campo.» Y como estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató. (Génesis 4, 8)

  • Adán tuvo de nuevo relaciones con su mujer, que dio a luz otro hijo, a quien llamó Set, pues dijo: «Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel que fue matado por Caín.» (Génesis 4, 25)

  • Hijos de Cam: Cus, Misraim, Put y Canaán. (Génesis 10, 6)

  • Misraim fue padre de los luditas, anamitas, lehabitas, naftujitas, (Génesis 10, 13)

  • Los cananeos que vivían allí, al ver los funerales que se hacían en Gorén-Atad, se dijeron: «Estos son unos funerales muy solemnes de los egipcios.» Por eso aquel lugar se llamó Abel-Misraim (o sea, duelo de los egipcios) y está al otro lado del Jordán. (Génesis 50, 11)

  • Allí fijaron sus tiendas desde Betjesimot hasta Abel-hasitim, en las estepas de los moabitas. (Números 33, 49)

  • Mientras, los trescientos israelitas seguían tocando. Yavé hizo que por todo el campamento los madianitas se mataran entre sí. Los que lograron huir fueron hasta Bet-Hassita, hacia Sareda, y hasta la orilla de Abel Mejulá, frente a Tabat. (Jueces 7, 22)

  • Los persiguió desde la ciudad de Aroer hasta la entrada de Menit y Abel Queramim, tomando veinte pueblos: con esto les asestó un gran golpe. (Jueces 11, 33)

  • Joab pasó por todas las tribus de Israel y llegó a Abel-Bet-Maaká. Todos los aliados se reunieron y lo siguieron. (2 Samuel 20, 14)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina