Löydetty 46 Tulokset: Roboam

  • Murió Salomón y fue sepultado en la ciudad de su padre, David. Su hijo Roboam le sucedió. (1 Reyes 11, 43)

  • Roboam fue a Siquem, donde todo Israel se había reunido para proclamarlo rey. (1 Reyes 12, 1)

  • Los hombres de Israel dijeron a Roboam: (1 Reyes 12, 3)

  • Roboam les respondió: «Váyanse y vuelvan dentro de tres días.» Y el pueblo se fue. (1 Reyes 12, 5)

  • Entonces, el rey Roboam consultó a los ancianos que habían estado al servicio de Salomón mientras vivía. Les dijo: «¿Qué me aconsejan hacer con este pueblo?». (1 Reyes 12, 6)

  • Pero Roboam no hizo caso de este consejo y se fue a consultar también a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio. (1 Reyes 12, 8)

  • Solamente los israelitas del sur, los del país de Judá, reconocieron a Roboam por su rey. (1 Reyes 12, 17)

  • Entonces el rey envió a Adoniram, mayordomo de los trabajadores reclutados por el rey, pero los hombres de Israel le tiraron piedras hasta que murió. El propio Roboam tuvo que subirse a su carro para ir a refugiarse a Jerusalén. (1 Reyes 12, 18)

  • Al llegar Roboam a Jerusalén, reunió toda la tribu de Judá y la de Benjamín, ciento cincuenta mil hombres, guerreros escogidos, para pelear contra los de Israel y someterlos. (1 Reyes 12, 21)

  • «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, así como al pueblo de Judá y de Benjamín y al resto del pueblo, y diles de mi parte: (1 Reyes 12, 23)

  • Si este pueblo continúa yendo a Jerusalén para ofrecer sus sacrificios en la Casa de Yavé, se reconciliarán con su señor Roboam, rey de Judá. Entonces me matarán y mi reino volverá a Roboam.» (1 Reyes 12, 27)

  • Volvamos al reinado de Roboam, hijo de Salomón, en el país de Judá. Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yavé entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre, Naamá, era amonita. (1 Reyes 14, 21)


“Nossa Senhora está sempre pronta a nos socorrer, mas por acaso o mundo a escuta e se emenda?” São Padre Pio de Pietrelcina