Löydetty 32 Tulokset: Construir

  • Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. (Génesis 11, 8)

  • Para construir el candelabro con todos sus accesorios empleó un talento de oro puro. (Exodo 37, 24)

  • Podrás destruir y cortar, en cambio, los árboles que sepas que no dan ningún fruto, a fin de construir máquinas de asedio contra la ciudad que te oponga resistencia, hasta que logres someterla. (Deuteronomio 20, 20)

  • Entonces resolvimos construir este altar, no para ofrecer holocaustos y sacrificios, (Josué 22, 26)

  • Salomón se emparentó con el Faraón, rey de Egipto: tomó por esposa a la hija del Faraón y la llevó a la Ciudad de David, hasta que terminó de construir su propia casa, la Casa del Señor y el muro en torno de Jerusalén. (I Reyes 3, 1)

  • "Tú sabes bien que mi padre David no pudo construir una Casa para el Nombre del Señor, su Dios, a causa de las guerras en que se vio envuelto, hasta que el Señor puso a todos sus enemigos bajo la planta de sus pies. (I Reyes 5, 17)

  • Cuatrocientos ochenta años después que los israelitas salieron del país de Egipto, en el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv -que es el segundo mes- Salomón comenzó a construir la Casa del Señor. (I Reyes 6, 1)

  • Cuando Salomón terminó de construir la Casa, la revistió de un artesonado con paneles y armadura de cedro. (I Reyes 6, 9)

  • Cuando Salomón terminó de construir la Casa, (I Reyes 6, 14)

  • Cuando Salomón terminó de construir la Casa del Señor, la casa del rey y todo lo que fue de su agrado, (I Reyes 9, 1)

  • Durante los veinte años que tardó Salomón en construir los dos edificios -la Casa del Señor y la casa del rey- (I Reyes 9, 10)

  • Esta fue la manera como Salomón reclutó trabajadores para construir la Casa del Señor, su propia casa, el Terraplén, el muro de Jerusalén, Jasor, Meguido, Guézer, (I Reyes 9, 15)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina