Löydetty 21 Tulokset: Permanezca

  • Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre". (II Samuel 7, 29)

  • Por eso, dígnate bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia; porque lo que tú has bendecido, Señor, queda bendito para siempre". (I Crónicas 17, 27)

  • ¡Que permanezca sobre ustedes el temor del Señor! Tengan mucho cuidado con lo que hacen, porque el Señor, nuestro Dios, no tolera la injusticia, ni la acepción de personas, ni el soborno". (II Crónicas 19, 7)

  • Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. (Salmos 72, 17)

  • Que su misericordia permanezca fielmente con nosotros y que nos libre en nuestros días. (Eclesiástico 50, 24)

  • El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; pero el que salga y se rinda a los caldeos que los asedian, vivirá, y su vida será para él un botín. (Jeremías 21, 9)

  • "Así habla el Señor: El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; el que se rinda a los caldeos vivirá y su vida será para él un botín: sí, él quedará con vida. (Jeremías 38, 2)

  • Que permanezca solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone. (Lamentaciones 3, 28)

  • También será para el sacerdote la mejor de todas las primicias y de todas las ofrendas que ustedes presenten. Ustedes entregarán al sacerdote lo mejor de sus moliendas, para que la bendición permanezca sobre tu casa. (Ezequiel 44, 30)

  • Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. (Marcos 13, 34)

  • Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. (Juan 12, 46)

  • Que cada uno permanezca en el estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó. (I Corintios 7, 20)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina