Löydetty 12 Tulokset: Arrojaron

  • y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío, sin agua. (Génesis 37, 24)

  • A la hora de la puesta del sol, a una orden de Josué, los descolgaron de los árboles y los arrojaron a la cueva en que se habían escondido, y echaron unas piedras grandes a la boca de la cueva: allí están todavía hoy. (Josué 10, 27)

  • La mujer entró en la ciudad y habló a todo el pueblo con su habitual prudencia. Le cortaron la cabeza a Seba, hijo de Bikrí, y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar el cuerno y se alejaron de la ciudad cada uno a su tienda. Joab se volvió a Jerusalén junto al rey. (II Samuel 20, 22)

  • destruyeron las ciudades, arrojaron sobre los mejores campos cada uno su piedra y los llenaron, cegaron todos los manantiales, talaron todo árbol bueno; sólo le quedaron sus piedras a Quir Jeres, y los honderos la cercaron y la batieron. (II Reyes 3, 25)

  • Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón. (II Crónicas 30, 14)

  • Pero después, indóciles, se rebelaron contra ti, arrojaron tu Ley a sus espaldas, mataron a los profetas que les conjuraban a convertirse a ti; (grandes desprecios te hicieron). (Nehemías 9, 26)

  • Se apartaron del camino de sus padres y adoraron al Dios del Cielo, al Dios que habían reconocido. Por eso les arrojaron de la presencia de sus dioses y ellos se refugiaron en Mesopotamia, donde residieron por mucho tiempo. (Judit 5, 8)

  • Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas incurables. Los egipcios, entonces, los arrojaron lejos de sí. (Judit 5, 12)

  • y los condujo por el camino del Sinaí y Cadés Barnea. Arrojaron a todos los moradores del desierto, (Judit 5, 14)

  • Abrieron la puerta secreta del techo y a pedradas aplastaron al jefe; le descuartizaron, y cortándole la cabeza, la arrojaron a los que estaban fuera. (II Macabeos 1, 16)

  • y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. (Lucas 4, 29)

  • Y al tercer día con sus propias manos arrojaron al mar el aparejo de la nave. (Hechos 27, 19)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina