Löydetty 345 Tulokset: Saúl

  • Dijeron los jefes de los filisteos: «¿Qué hacen estos hebreos?» Akís respondió a los jefes de los filisteos: « Es David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo un año o dos y no he hallado nada contra él desde el día en que vino a mí hasta hoy.» (I Samuel 29, 3)

  • No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl mató sus millares y David sus miríadas?» (I Samuel 29, 5)

  • Apretaron de cerca los filisteos a Saúl y a sus hijos y mataron los filisteos a Jonatán, Abinadab y Malki Súa, hijos de Saúl. (I Samuel 31, 2)

  • El peso de la batalla cargó sobre Saúl. Los arqueros tiron sobre él y fue herido por ellos. (I Samuel 31, 3)

  • Dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí », pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se arrojó sobre ella. (I Samuel 31, 4)

  • Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó también sobre su espada y murió con él. (I Samuel 31, 5)

  • Así murieron aquel día juntamente Saúl y sus tres hijos y su escudero. (I Samuel 31, 6)

  • Cuando los hombres de Israel que estaban del lado frontero del valle y del otro lado del Jordán vieron que las tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se establecieron en ellas. (I Samuel 31, 7)

  • Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos y encontraron a Saúl y a sus tres hijos caídos en el monte Gelboé. (I Samuel 31, 8)

  • Supieron los habitantes de Yabés de Galaad lo que los filisteos habían hecho con Saúl, (I Samuel 31, 11)

  • se levantaron todos los valientes y caminando durante toda la noche, tomaron del muro de Bet San el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos y llevándolos a Yabés los quemaron allí. (I Samuel 31, 12)

  • Después de la muerte de Saúl, volvió David de derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en Siquelag. (II Samuel 1, 1)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina