Löydetty 10 Tulokset: Litoral

  • Levantad el campamento y dirigíos a la montaña de los amorreos y a todas sus regiones vecinas: la Arabá, la montaña, la Sefela, el Negueb, el litoral, la tierra de los cananeos, el Líbano, hasta el río grande, el Éufrates. (Deuteronomio 1, 7)

  • Nabucodonosor, rey de Asiria, envió emisarios a todos los habitantes de Persia y a todos los de las regiones occidentales, a los de Cilicia, Damasco, Líbano y Antilíbano, a todos los del litoral, (Judit 1, 7)

  • El temor y el pánico se apoderaron de todos los habitantes del litoral: de los habitantes de Sidón y Tiro, de Sur y Ocina y Yamnia. Los de Asdod, Ascalón y Gaza estaban aterrados. (Judit 2, 28)

  • Se llenó entonces de ira y llamó a los generales moabitas, a los jefes amonitas y a todos los sátrapas del litoral. (Judit 5, 2)

  • Tan pronto como Ajior terminó de hablar, todo el pueblo que estaba congregado ante la tienda comenzó a murmurar. Los magnates de Holofernes, los habitantes del litoral y los de Moab hablaban de despedazarlo. (Judit 5, 22)

  • Los nobles edomitas, los jefes moabitas y los generales del litoral le dijeron: (Judit 7, 8)

  • Así pues, pasó aviso a las ciudades del litoral para que vinieran a comprar esclavos judíos, prometiendo dar noventa esclavos por treinta y cuatro kilos de plata, no cayendo en la cuenta que la justicia de Dios omnipotente caería sobre él. (II Macabeos 8, 11)

  • ¡Ay de vosotros, que habitáis el litoral, nación de los quereteos! La palabra del Señor es contra vosotros, Canaán, tierra de filisteos: Yo te dejaré sin un solo habitante, (Sofonías 2, 5)

  • Y el litoral será para el resto de la casa de Judá: allí apacentarán el ganado, y por la tarde reposarán en la casa de Ascalón, porque el Señor, su Dios, les visitará y los hará volver de su destierro. (Sofonías 2, 7)

  • Bajó con ellos y se detuvo en una explanada en la que había un gran número de discípulos y mucha gente del pueblo de toda Judea, de Jerusalén y del litoral de Tiro y Sidón, (Lucas 6, 17)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina