Löydetty 225 Tulokset: mañana

  • Por la mañana el Señor me dijo: (Ezequiel 12, 8)

  • Había hablado yo por la mañana al pueblo, y por la tarde murió mi esposa. Al día siguiente hice como se me había ordenado. (Ezequiel 24, 18)

  • El Señor había puesto su mano sobre mí la tarde antes de llegar el fugitivo y había abierto mi boca antes que a la mañana siguiente llegara a mí el fugitivo. Entonces mi boca habló y no estuve mudo más. (Ezequiel 33, 22)

  • Todos los días ofrecerá en holocausto al Señor un cordero de un año sin defecto; lo ofrecerá cada mañana. (Ezequiel 46, 13)

  • Añadirá además, cada mañana, como ofrenda, ocho kilos y dos litros y medio de aceite para amasar la flor de harina. Es la ofrenda al Señor, una ley eterna, para siempre. (Ezequiel 46, 14)

  • Le ofrecerá el cordero y hará la ofrenda de aceite, cada mañana, en holocausto perpetuo. (Ezequiel 46, 15)

  • Por la mañana, al rayar el alba, el rey se levantó y marchó precipitadamente al foso de los leones. (Daniel 6, 20)

  • los sacerdotes de Bel dijeron: "Mira, nosotros nos salimos de aquí, y tú, oh rey, haz servir los manjares y el vino preparado; luego cierra la puerta y séllala con tu anillo. Si mañana por la mañana, al volver al templo, no encuentras que todo ha sido comido por Bel, nosotros moriremos; pero en caso contrario morirá Daniel, que miente contra nosotros". (Daniel 14, 11)

  • Al día siguiente, muy de mañana, el rey se dirigió al templo con Daniel. (Daniel 14, 16)

  • Su corazón se abrasa como un horno en las tramas que urde. Toda la noche dormita su cólera y a la mañana quema como fuego ardiente. (Oseas 7, 6)

  • ¡Ay de aquellos que planifican injusticias, preparan el mal en sus lechos y lo llevan a cabo apenas despunta la mañana porque tienen el poder en sus manos! (Miqueas 2, 1)

  • Sus jefes son, en medio de ella, como leones rugientes; sus jueces, como lobos nocturnos que no dejan nada para la mañana. (Sofonías 3, 3)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina