1. ¡Ay de la tierra del zumbido de alas, más allá de los ríos de Etiopía;

2. la que manda por el mar mensajeros en canoas de juncos sobre las aguas! Marchad, mensajeros veloces, hacia la gente espigada y bronceada; al pueblo temido desde siempre, gente robusta, dominante, tierra surcada de ríos.

3. Habitantes todos del orbe, pobladores de la tierra, cuando se alce la señal en los montes, mirad; cuando suene la trompeta, escuchad.

4. Esto me ha dicho el Señor: Me quedaré quieto y miraré desde mi trono, como el calor ardiente cuando el sol brilla, como nube de rocío en el calor de la siega.

5. Pues antes de la vendimia, pasada la floración, cuando la flor se hace uva que madura, entonces cortará los sarmientos con la podadera, arrancará y tirará los pámpanos.

6. Todos juntos serán abandonados a las aves rapaces de los montes y a las fieras de la tierra. Allí pasarán el verano las aves de rapiña y las fieras del invierno.

7. Entonces presentará ofrendas al Señor omnipotente el pueblo espigado y bronceado, el pueblo temido desde siempre, la gente robusta y dominante, cuya tierra está surcada de ríos, en el lugar donde reside el nombre del Señor omnipotente, el monte Sión.





“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina