1. como el fuego inflama las ramas secas, como el fuego hace hervir el agua, para manifestar tu nombre a tus enemigos y hacer temblar a las naciones ante ti,

2. realizando maravillas inesperadas

3. de las que nadie jamás había sabido! Ni oído alguno oyó, ni ojo alguno vio jamás, fuera de ti, un Dios que hiciera tanto con quien confía en él.

4. Tú sales a recibir a los que practican la justicia y tienen en la mente tus caminos. Te has irritado, sí, porque pecamos; contra ti, desde antiguo, hemos sido rebeldes.

5. Todos nosotros éramos inmundicias, y todas nuestras obras buenas como un lienzo manchado. Todos hemos caído como hojas, y nuestras iniquidades nos barren como el viento.

6. No hubo nadie que invocara tu nombre, que despertara para apoyarse en ti, pues tú habías escondido tu rostro de nosotros y nos habías dejado a merced de nuestras iniquidades.

7. Y sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos.

8. No te irrites sin medida, Señor, no recuerdes siempre nuestras culpas. Pues, mira, tu pueblo somos todos nosotros.

9. Tus santas ciudades han quedado hechas un desierto; Sión está desierta, Jerusalén es una desolación.

10. Nuestro templo santo y glorioso, donde te alabaron nuestros padres, ha sido devorado por el fuego, y todo lo que hacía nuestras delicias está en ruinas.

11. ¿Vas a ser insensible a todo esto, Señor, seguirás aún callado para humillarnos sin medida?





“Nas tribulações é necessário ter fé em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina