1. Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento los alcanzará.

2. A los ojos de los necios parecía que habían muerto y su partida fue considerada como una desgracia;

3. su salida de entre nosotros, un desastre; pero ellos están en paz.

4. Pues si en opinión de los hombres han sido castigados, su esperanza está rebosante de inmortalidad.

5. Por una ligera pena recibirán grandes favores, porque Dios los probó y los encontró dignos de él.

6. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un sacrificio de holocausto.

7. A la hora de su visita brillarán como chispa que se propaga en los rastrojos.

8. Juzgarán las naciones y dominarán sobre los pueblos, y el Señor reinará sobre ellos para siempre.

9. Los que confían en él comprenderán la verdad y los fieles permanecerán con él en el amor, pues para sus elegidos hay gracia y misericordia.

10. Los malvados recibirán el castigo que merecen sus pensamientos por haber despreciado al justo y apartarse del Señor.

11. Desgraciado el que desprecia la sabiduría y la disciplina; vana es su esperanza, infructuoso su trabajo e inútiles sus obras.

12. Sus mujeres son insensatas, depravados sus hijos y maldita su posteridad. b) La carencia de hijos.

13. Bendita la estéril sin tacha, que no conoció el lecho pecaminoso; será fecunda en la visita de las almas.

14. Dichoso también el eunuco cuyas manos no hicieron la maldad y que no alimentó malos pensamientos contra el Señor, pues le será dado especial galardón por su fidelidad y un puesto agradable en el templo del Señor.

15. Porque glorioso es el fruto del trabajo honrado, y la raíz de la sabiduría es imperecedera.

16. Los hijos de los adúlteros no prosperarán, y la descendencia de un lecho pecador desaparecerá.

17. Aunque vivan muchos años serán tenidos como nada, y serán despreciados hasta el final de su vejez.

18. Y si mueren temprano no tendrán esperanza ni consuelo en el día de la sentencia, pues duro es el destino de la raza injusta.





Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina