Trouvé 267 Résultats pour: campo

  • Si, al atacar una ciudad, tienes que sitiarla por mucho tiempo para tomarla, no destruirás los árboles frutales que estén alrededor ni les meterás el hacha, ya que deben ser tu alimento. No los cortarás, pues, ¿son acaso hombres los árboles del campo para que los trates como a sitiados? (Deuteronomio 20, 19)

  • Cuando encuentres en el campo, en el país que Yavé, tu Dios, te da, el cadáver de una persona asesinada, sin que se sepa quién la mató, (Deuteronomio 21, 1)

  • Pero si el hombre encuentra en el campo a una joven prometida en matrimonio, y a la fuerza la viola, sólo el hombre que la violó morirá. (Deuteronomio 22, 25)

  • Estaba sola en el campo, gritó y nadie le prestó ayuda. (Deuteronomio 22, 27)

  • Cuando cortes el trigo en tu campo, si se te cae alguna gavilla, no volverás a recogerla, sino que quedará para el forastero, el huérfano y la viuda. Así Yavé te bendecirá en todos tus trabajos. (Deuteronomio 24, 19)

  • Bendito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 3)

  • Maldito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 16)

  • con sus hijos, hijas y esposas. También el forastero que vive en tu campo para cortar la leña o para acarrear agua. (Deuteronomio 29, 10)

  • Lo estableció en las tierras altas, lo alimentó de los frutos del campo, le dio a gustar la miel de una peña que sale como aceite del hueco de la roca, (Deuteronomio 32, 13)

  • Los israelitas acabaron con los habitantes de Hay que estaban en el campo o que habían huido al desierto; los mataron a todos. Después volvieron a la ciudad y la pasaron a cuchillo. (Josué 8, 24)

  • al lado oriental del Jordán. Por otra parte los levitas no recibieron herencia, pero en lugar de ellos, los hijos de José formaban dos tribus: Manasés y Efraím. Los levitas no tuvieron tierras sino algunas ciudades para vivir y el campo alrededor para mantener a sus bestias y ganados. (Josué 14, 4)

  • En cuanto llegó ella, aconsejó a su marido que solicitara a su padre un campo. Axa se apeó de su burro y Caleb le preguntó: «¿Qué quieres?» (Josué 15, 18)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina