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  • Le dirás esto: "Yavé, el Dios de los hebreos, me ha mandado decirte que dejes salir a su pueblo, para que le rindan culto en el desierto. Pero hasta ahora no has escuchado. (Exodo 7, 16)

  • Moisés le replicó: "¡Por favor, no nos dejes! Tú conoces los lugares donde tendremos que acampar en el desierto, tú serás nuestro ojo! (Números 10, 31)

  • Cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento, no te dejes arrastrar a adorarlos como dioses y a servirlos, pues Yavé, tu Dios, dejó que fueran la parte de los demás pueblos, (Deuteronomio 4, 19)

  • Pero no te dejes seducir. No sea que ustedes sirvan a dioses extraños y se postren ante ellos, pues la ira de Yavé se encendería contra ustedes. (Deuteronomio 11, 16)

  • No te dejes llevar por consideraciones indignas como de ser ésta: «Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», y mires entonces con malos ojos a tu hermano pobre y no le prestes nada. No sea que llame contra ti a Yavé y cargues tú con un pecado. (Deuteronomio 15, 9)

  • Los gabaonitas mandaron a decir a Josué al campamento de Guilgal: «No nos dejes solos, sino que ven hasta nosotros y ayúdanos, pues todos los reyes amorreos que habitan en la montaña se unieron en contra nuestra.» (Josué 10, 6)

  • Lávate, perfúmate, vístete lo mejor que puedas y vete a su era, pero no te dejes ver hasta que haya terminado de comer y beber. (Rut 3, 3)

  • y dijeron a Samuel: «No dejes de invocar a Yavé, nuestro Dios, para que él nos salve de los filisteos.» (1 Samuel 7, 8)

  • «Saúl, mi padre, anda tratando de matarte. Ten, pues, mucho cuidado y mañana, por favor, no te dejes ver y escóndete. (1 Samuel 19, 2)

  • Pasado mañana se notará más. No dejes de ir al lugar donde te escondiste la otra vez y colócate al lado de la piedra que indica el camino. (1 Samuel 20, 19)

  • pero el ángel le dijo: «Tómalo y no lo dejes escapar.» El joven se apoderó del pez y lo sacó a tierra. (Tobías 6, 4)

  • Escucha mi plegaria, mira con bondad a este pueblo y cambia nuestra pena en alegría para que así podamos, ¡oh Señor!, entonar alabanzas a tu Nombre. No dejes que se cierre para siempre la boca de los que ahora te alaban.» (Ester 13, 17)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina