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  • pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.» (Génesis 2, 17)

  • Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán y Dios Terrible de Isaac, no me hubiera asistido, con toda seguridad que tú me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios ha visto mis pruebas y el trabajo de mis manos y por eso anoche pronunció su sentencia.» (Génesis 31, 42)

  • José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero tengan la plena seguridad de que Dios los visitará y los hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abraham, Isaac y Jacob.» (Génesis 50, 24)

  • Moisés llevó consigo también los huesos de José, conforme éste había hecho prometer con juramento a los hijos de Israel; pues les dijo: «Con toda seguridad Dios los visitará; entonces se llevarán con ustedes mis huesos.» (Exodo 13, 19)

  • Partieron de Ramsés el mes primero, el día quince del mes primero. Al día siguiente de la Pascua, los hijos de Israel salieron con mucha seguridad a la vista de todos los egipcios, mientras éstos enterraban a sus muertos. (Números 33, 3)

  • Pero él respondió: «Todavía no, pues en esta ciudad vive un hombre de Dios. Es muy famoso. Todo lo que dice se cumple con seguridad. Vamos donde él por si nos orienta acerca del objeto de nuestro viaje.» (1 Samuel 9, 6)

  • Respondió Ezequías a Isaías: «Es una buena palabra de Yavé que me dices. Pues pensaba: ¿Qué me importa a mí, si tengo paz y seguridad en mis días?» (2 Reyes 20, 19)

  • «Tengo la seguridad de que tu padre abrirá los ojos. (Tobías 11, 7)

  • Comprobamos, en efecto, que esta nación es distinta a las demás, que está en abierta oposición con toda la humanidad, que debido a sus leyes lleva un tipo de vida extraño, que es contrario a nuestros intereses y que comete los peores crímenes, hasta el extremo de amenazar la seguridad de nuestro reino. (Ester 13, 5)

  • Su confianza pende de un hilo y su seguridad es una tela de araña. (Job 8, 14)

  • Los salteadores viven tranquilos en sus casas, pueden provocar a Dios con toda seguridad, se lo han echado al bolsillo. (Job 12, 6)

  • En paz me acuesto y en seguida me duermo, pues tú sólo, Señor, me das seguridad. (Salmos 4, 9)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina