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  • sumó 337.500 cabezas de ganado menor, (Números 31, 43)

  • y librará a aquel de las manos de este. Luego la comunidad lo hará volver a la ciudad de refugio, adonde había huido, y él permanecerá allí hasta la muerte del Sumo Sacerdote que ha sido ungido con el óleo santo. (Números 35, 25)

  • porque el homicida debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del Sumo Sacerdote, y solamente después podrá volver al lugar donde está su propiedad. (Números 35, 28)

  • Tampoco lo aceptarán de aquel que huyó a su ciudad de refugio, permitiéndole que habite nuevamente en su propia tierra antes de la muerte del Sumo Sacerdote. (Números 35, 32)

  • Después de comparecer delante de la comunidad para ser juzgado, el homicida permanecerá en aquella ciudad hasta la muerte del Sumo Sacerdote que esté en funciones en aquellos días. Entonces podrá entrar de nuevo en la ciudad y en su casa, en la ciudad de donde había huido. (Josué 20, 6)

  • Por eso, pongan sumo cuidado en amar al Señor, su Dios. (Josué 23, 11)

  • Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el secretario del rey subía con el sumo sacerdote a recoger y contar el dinero que se encontraba en la Casa del Señor. (II Reyes 12, 11)

  • "Sube a ver a Jilquías, el sumo sacerdote, para que haga el recuento de toda la plata que se ha traído a la Casa del Señor, la que han recaudado del pueblo los guardianes del umbral. (II Reyes 22, 4)

  • El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán: "He encontrado el libro de la Ley en la Casa del Señor". Jilquías entregó el libro a Safán, y este lo leyó. (II Reyes 22, 8)

  • El rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes del umbral, que sacaran del Templo del Señor todos los objetos fabricados en honor de Baal, de Aserá y de todo el Ejército de los cielos; los quemó fuera de Jerusalén, en los baldíos del Cedrón, e hizo llevar sus cenizas a Betel. (II Reyes 23, 4)

  • El comandante de la guardia apresó a Seraías, el sumo sacerdote, a Sefanías, el segundo sacerdote, y a los tres guardianes del umbral. (II Reyes 25, 18)

  • Entonces el rey llamó al Sumo Sacerdote Iehoiadá y le preguntó: "¿Por qué no les has insistido a los levitas para que traigan de Judá y de Jerusalén las contribuciones que Moisés, el servidor de Dios, y la asamblea de Israel prescribieron para la Carpa del Testimonio? (II Crónicas 24, 6)


“Se você fala das próprias virtudes para se exibir ou para vã ostentação perde todo o mérito.” São Padre Pio de Pietrelcina