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  • ¿Cómo se hará sabio el que maneja el arado y se enorgullece de empuñar la picana, el que guía los bueyes, trabaja con ellos, y no sabe hablar más que de novillos? (Eclesiástico 38, 25)

  • No ha sido posible a los santos del Señor relatar todas sus maravillas, las que el Señor todopoderoso estableció sólidamente para que el universo quedara afirmado en su gloria. (Eclesiástico 42, 17)

  • allí hay cosas extrañas y maravillosas, animales de todas clases y monstruos marinos. (Eclesiástico 43, 25)

  • Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". (Isaías 9, 5)

  • Y ahora, así habla el Señor: "Dentro de tres años, computados como los años de un mercenario, la gloria de Moab será envilecida, a pesar de su inmensa muchedumbre: no quedará más que un poco, muy poco, casi nada". (Isaías 16, 14)

  • te ata fuerte como un ovillo y te arroja como una bola a un país de vastas dimensiones. Allí morirás, y allí irán a parar los carruajes que eran tu gloria, ¡tú, deshonra de la casa de tu señor! (Isaías 22, 18)

  • Lo ha concebido el Señor de los ejércitos, para envilecer la soberbia de todo esplendor, para humillar a los grandes de la tierra. (Isaías 23, 9)

  • ¡Egipto! Su ayuda es inútil y vana; por eso yo lo llamé: "Rahab, la inmóvil". (Isaías 30, 7)

  • Caen los búfalos con los terneros cebados, los novillos con los toros: su tierra se abreva con sangre, su suelo se impregna de grasa. (Isaías 34, 7)

  • Sí, las naciones son como una gota que cae de un balde, cuentan como un grano de polvo en la balanza; las islas pesan lo mismo que el polvillo. (Isaías 40, 15)

  • Los cadáveres de los hombres yacen como estiércol sobre la superficie de los campos, como una gavilla detrás del segador, y nadie los recoge". (Jeremías 9, 21)

  • A causa de tu Nombre, no desprecies, no envilezcas el trono de tu Gloria: ¡acuérdate, no rompas tu Alianza con nosotros! (Jeremías 14, 21)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina