Trouvé 93 Résultats pour: Generación

  • Ha dicho: Les voy a esconder mi rostro, a ver en qué paran. Porque es una generación torcida, hijos sin lealtad. (Deuteronomio 32, 20)

  • También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra generación que no conocía a Yahveh ni lo que había hecho por Israel. (Jueces 2, 10)

  • Dijo Yahveh a Jehú: «Porque te has portado bien haciendo lo recto a mis ojos y has hecho a la casa de Ajab según todo lo que yo tenía en mi corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán sobre el trono de Israel.» (II Reyes 10, 30)

  • Esta fue la palabra de Yahveh, la que habló a Jehú diciendo: «Tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel.» Y así fue. (II Reyes 15, 12)

  • Respondió Judit: «Escuchadme. Voy a hacer algo que se transmitirá de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. (Judit 8, 32)

  • Así, estos días de los Purim, commemorados y celebrados de generación en generación, en todas las familias, en todas las provincias y en todas las ciudades, no desparecerán de entre los judíos, y su recuerdo no se perderá entre sus descendientes. (Ester 9, 28)

  • Pregunta, si no, a la generación pasada, medita en la experiencia de sus padres. (Job 8, 8)

  • A los días del rey añade días, sus años, generación tras generación. (Salmos 61, 7)

  • no se lo callaremos a sus hijos, a la futura generación lo contaremos: Las alabanzas de Yahveh y su poder, las maravillas que hizo; (Salmos 78, 4)

  • que la generación siguiente lo supiera, los hijos que habían de nacer; y que éstos se alzaran y se lo contaran a sus hijos, (Salmos 78, 6)

  • para que no fueran, lo mismo que sus padres, una generación rebelde y revoltosa, generación de corazón voluble y de espíritu desleal a Dios. (Salmos 78, 8)

  • «Cuarenta años me asqueó aquella generación, y dije: Pueblo son de corazón torcido, que mis caminos no conocen. (Salmos 95, 10)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina