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  • De este modo todos los hombres y mujeres que se sintieron generosos en contribuir a las obras que el Señor había mandado hacer a Moisés trajeron sus ofrendas voluntarias al Señor. (Exodo 35, 29)

  • allí llevaréis vuestros holocaustos y sacrificios, vuestros diezmos y contribuciones, vuestros votos y vuestras ofrendas voluntarias, los primogénitos de vuestro ganado mayor y menor. (Deuteronomio 12, 6)

  • No podrás comer en tu residencia los diezmos de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, ni los primogénitos de tus vacas y tus ovejas, ni tus votos u ofrendas voluntarias, (Deuteronomio 12, 17)

  • Entonces celebrarás la fiesta de las semanas en honor del Señor, tu Dios, y presentarás ofrendas voluntarias en proporción de los bienes con que el Señor, tu Dios, te haya bendecido. (Deuteronomio 16, 10)

  • Coré, hijo de Yimná, el levita, portero de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios: debía distribuir las primicias ofrecidas al Señor y las cosas consagradas. (II Crónicas 31, 14)

  • Y a todos los supervivientes, dondequiera que vivan, ayúdeles la población del lugar en que residen, proporcionándoles plata, oro, bienes, ganado, así como otras ofrendas voluntarias para el templo del Señor que está en Jerusalén". (Esdras 1, 4)

  • Y todos sus vecinos les proporcionaron toda clase de recursos: plata, oro, bienes, ganado, objetos preciosos, además de otras ofrendas voluntarias. (Esdras 1, 6)

  • así como toda la plata y el oro que puedas reunir en toda la provincia de Babilonia, además de las ofrendas voluntarias del pueblo y los sacerdotes para el templo de su Dios en Jerusalén. (Esdras 7, 16)

  • Cuando llegaron a Jerusalén, adoraron a Dios, se purificaron y ofrecieron holocaustos, dones y ofrendas voluntarias. (Judit 16, 18)

  • quemad panes sin levadura en acción de gracias; pregonad vuestras ofrendas voluntarias, pregonadlas, israelitas, pues eso es lo que os gusta, dice el Señor. (Amós 4, 5)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina