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Entonces el rey dijo a Sibá: "Todo lo que pertenecía a Meribaal será tuyo". Y Sibá contestó: "A tus pies, gracias por el favor que me haces". (II Samuel 16, 4)
Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor. (I Crónicas 16, 34)
Tenían que presentarse diariamente, mañana y tarde, para dar gracias y alabar al Señor, (I Crónicas 23, 30)
Ahora, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre. (I Crónicas 29, 13)
Todos, como un solo hombre, trompeteros y cantores, alababan y daban gracias al Señor. Y al son de las trompetas, címbalos y demás instrumentos musicales alababan al Señor: "Porque es bueno, porque es eterno su amor". Una nube llenó el templo del Señor, (II Crónicas 5, 13)
Gracias a su humillación, la ira del Señor se apartó del rey sin causarle una aniquilación total; más aún, las cosas mejoraron en Judá. (II Crónicas 12, 12)
Ezequías tomó la palabra, y dijo: "Ahora que estáis enteramente consagrados al Señor, acercaos y ofreced víctimas y sacrificios de acción de gracias en el templo del Señor". La asamblea ofreció víctimas, sacrificios de acción de gracias y toda suerte de holocaustos voluntarios. (II Crónicas 29, 31)
Hubo muchos holocaustos más, constituidos por la grasa de los sacrificios de acción de gracias y por las ofrendas de vino que acompañaban a los holocaustos. De esta manera se restableció el culto en el templo del Señor. (II Crónicas 29, 35)
Ezequías restableció las clases de sacerdotes y de los levitas y asignó a cada uno su servicio: los holocaustos, los sacrificios de reconciliación, el servicio, la acción de gracias y la alabanza con las puertas del campamento del Señor. (II Crónicas 31, 2)
Restauró el altar del Señor y ofreció sobre él sacrificios de reconciliación y de acción de gracias y mandó a Judá rendir culto al Señor, Dios de Israel. (II Crónicas 33, 16)
Alababan y daban gracias al Señor, y se respondía: "Porque es bueno, porque es eterno su amor a Israel". Y todo el pueblo prorrumpía en fuertes gritos de júbilo alabando al Señor porque se habían echado los cimientos del templo del Señor. (Esdras 3, 11)
Y gracias a la ayuda bondadosa de nuestro Dios, nos trajeron a Serebías, un hombre prudente, descendiente de Majlí, de Leví, de Israel, con sus hijos y hermanos: dieciocho personas en total; (Esdras 8, 18)