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Todos los de ustedes que derramaron sangre o que tocaron a algún muerto, quedarán fuera del campamento durante siete días, y se purificarán el tercer y el séptimo día. Ustedes harán lo mismo con las cautivas. (Números 31, 19)
Después de lavar sus vestidos el día séptimo, quedarán puros y podrán volver al campamento.» (Números 31, 24)
El, sin embargo, era quien había ido delante de ustedes durante todo el viaje, enseñándoles los sitios donde debían levantar su campamento, señalándoles el camino, de noche con la columna de fuego y de día con la nube. (Deuteronomio 1, 33)
La mano de Yavé hizo lo necesario para eliminarlos del campamento hasta que desaparecieran todos. (Deuteronomio 2, 15)
Si hay entre los tuyos un hombre que no esté puro por causa de una polución nocturna, saldrá fuera del campamento y no volverá a entrar. (Deuteronomio 23, 11)
Al llegar la tarde se lavará y a la puesta del sol podrá entrar de nuevo al campamento. (Deuteronomio 23, 12)
Habrá un lugar afuera del campamento para satisfacer las necesidades naturales. (Deuteronomio 23, 13)
Porque Yavé, tu Dios, recorre el campamento para protegerte y entregar en tus manos al enemigo. Por eso tu campamento debe ser cosa limpia y sagrada, en que Yavé no vea nada indecente; de lo contrario se apartaría de ti. (Deuteronomio 23, 15)
«Recorran el campamento impartiendo esta orden: Junten bastante alimento, porque dentro de tres días pasarán el Jordán y entrarán en posesión de la tierra que les dará Yavé, nuestro Dios.» (Josué 1, 11)
Después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento (Josué 3, 2)
y ordenaron a los israelitas lo siguiente: «Cuando vean pasar el Arca de la Alianza de Yavé, llevada por los sacerdotes de la tribu de Leví, ustedes saldrán de su campamento y la seguirán, porque ella les señala el camino. Pues ustedes nunca han pasado por ese camino. (Josué 3, 3)
Cuando el pueblo salió de su campamento para atravesar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza iban delante. El Jordán corría con mucha agua, desbordando su cauce, por ser el tiempo de la cosecha de la cebada. (Josué 3, 14)