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Cuando estas desgracias te hayan venido encima, volverás por fin a Yavé en medio de tu angustia y harás caso a sus palabras. (Deuteronomio 4, 30)
Por ello, levántate, sal y agradece a tus soldados, que si no sales, te juro por Yavé que esta misma noche no te quedará ningún soldado y ésta será la peor de las desgracias que te haya sucedido desde tu niñez hasta el día de hoy.» (2 Samuel 19, 8)
Dijo el rey de Israel a Josafat: «Hay todavía un hombre a quien podríamos pedir una respuesta de Yavé: es Miqueas, hijo de Jimla. Pero yo lo aborrezco porque siempre me anuncia desgracias y nunca algo bueno.» (1 Reyes 22, 8)
Así hicieron sus padres y por eso nuestro Dios acarreó todas esas desgracias sobre la ciudad y sobre nosotros. Ustedes aumentan el enojo de Dios contra Israel al no respetar sus sábados.» (Nehemías 13, 18)
«Que Dios sea juez entre ti y nosotros, porque tú eres el causante de estas desgracias, al no querer tratar de paz con los asirios. (Judit 7, 24)
Muy a menudo, aquellos que ejercen el poder se han hecho cómplices del asesinato de inocentes y se han visto arrastrados a desgracias irreparables por haber confiado a sus amigos la administración de los asuntos públicos y haberse dejado influenciar por ellos, (Ester 16, 5)
Pues ese día, que debía ser un día de desgracias, ha sido transformado por el supremo poder de Dios en un día de felicidad para la raza escogida. (Ester 16, 21)
Tres amigos de Job: Elifaz de Temán, Bildad de Suaj y Sofar de Naamat se enteraron de todas las desgracias que le habían ocurrido y vinieron cada uno de su país. Acordaron juntos ir a visitarlo y consolarlo. (Job 2, 11)
Me rodean desgracias incontables, mis culpas recaen sobre mí y no hay salida, son más que los cabellos de mi cabeza y me falla el corazón. (Salmos 40, 13)
Luego disminuyeron y se vieron abatidos bajo el peso de males y desgracias, (Salmos 107, 39)
Es mejor morir en la lucha que vivir para mirar las desgracias de nuestra nación y del Lugar Santo. En todo hágase la voluntad del Cielo.» (1 Macabeos 3, 59)
Reconozco ahora que por esto me han venido estas desgracias y me muero de pena en tierra extraña.» (1 Macabeos 6, 13)