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  • Con sus hombres cayó de noche sobre ellos, los derrotó y persiguió hasta Jobá, al norte de Damasco. (Génesis 14, 15)

  • Murió Husam y reinó en su lugar Hadad, hijo de Badad, el cual derrotó a Madián en los campos de Moab. El nombre de su ciudad era Avit. (Génesis 36, 35)

  • Israel lo derrotó a espada y conquistó su territorio desde el Arnón hasta el Jacob, hasta la frontera de Amón, pues la frontera de Amón estaba bien defendida. (Números 21, 24)

  • Yavé los derrotó. Los israelitas reportaron una gran victoria en Gabaón y los persiguieron por la subida de Betorón hasta llegar a Azecá y Maquedá. (Josué 10, 10)

  • Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis, pero Josué lo derrotó junto con todo su pueblo y no dejó a nadie con vida. (Josué 10, 33)

  • Josué los derrotó desde Cadés-Barné hasta Gaza y desde Gosén hasta Gabaón. (Josué 10, 41)

  • Desde la parte de la cordillera que sube hacia Seír, hasta Baal Gad en el valle del Líbano, a los pies del monte Hermón, derrotó a todos sus reyes, a quienes venció y dio muerte. (Josué 11, 17)

  • Ahora, éstos son los reyes del país, a quienes derrotó Josué, con los hijos de Israel, de esta parte del Jordán, al oeste, desde Baal Gad en el valle del Líbano hasta los cerros que suben a Seír. (Josué 12, 7)

  • Eglón se unió a los amonitas y los amalecitas; luego se puso en marcha y derrotó a Israel y tomó la ciudad de las Palmeras. (Jueces 3, 13)

  • Luego vino Samgar, hijo de Anat, que derrotó a seiscientos hombres de los filisteos con una picana de bueyes, salvando también él a Israel. (Jueces 3, 31)

  • Le avisaron a Abimelec, que tomó su tropa, la repartió en tres grupos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, cayó sobre ellos y los derrotó. (Jueces 9, 43)

  • Yavé, Dios de Israel, puso a Sijón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó y conquistó todo el país de los amorreos que habitaban allí. (Jueces 11, 21)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina