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  • «Te ruego que nos pongas diez días a prueba. Nos darás de comer legumbres y agua como bebida. (Daniel 1, 12)

  • El sirviente aceptó y los puso a prueba durante diez días. (Daniel 1, 14)

  • Echaré ese tercio al fuego; lo purificaré como se hace con la plata, lo pondré a prueba como se prueba el oro. El invocará mi Nombre y yo lo escucharé. Entonces yo diré: ¡Este es mi pueblo!, y él, a su vez, dirá: ¡Yavé es mi Dios! (Zacarías 13, 9)

  • Se le acercaron unos fariseos, y lo pusieron a prueba con esta pregunta: «¿Está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?» (Evangelio según San Mateo 19, 3)

  • Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: (Evangelio según San Mateo 22, 35)

  • Porque será una prueba tan enorme como no ha habido igual desde el principio del mundo hasta ahora, ni jamás la volverá a haber. (Evangelio según San Mateo 24, 21)

  • pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobrevenga alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen. (Evangelio según San Marcos 4, 17)

  • En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?» (Evangelio según San Marcos 10, 2)

  • Lo que cayó sobre la roca son los que, al escuchar la palabra, la acogen con alegría, pero no tienen raíz; no creen más que por un tiempo y fallan en la hora de la prueba. (Evangelio según San Lucas 8, 13)

  • Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» (Evangelio según San Lucas 10, 25)

  • Y otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal que viniera del cielo. (Evangelio según San Lucas 11, 16)

  • Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues él sabía bien lo que iba a hacer. (Evangelio según San Juan 6, 6)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina