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  • El Señor afianzó el reino bajo su poder, y todo Judá le hacía regalos, de manera que su riqueza y su gloria llegaron a ser muy grandes. (II Crónicas 17, 5)

  • Josafat tuvo riquezas y gloria en abundancia. Y como se había emparentado con Ajab, (II Crónicas 18, 1)

  • Tú dices: ‘He derrotado a Edóm’, y por eso tu corazón se ha engreído y se gloría. ¡Quédate ahora en tu casa! ¿Para qué comprometerte en una guerra desastrosa y sucumbir, tú y Judá contigo?". (II Crónicas 25, 19)

  • los cuales se opusieron al rey Ozías, diciéndole: "Ozías, no te corresponde a ti ofrecer incienso al Señor, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que han sido consagrados para quemar el incienso. Aléjate del Santuario, porque te has rebelado, y eso no será para ti un título de gloria a los ojos del Señor Dios". (II Crónicas 26, 18)

  • Ezequías tuvo riquezas y gloria en abundancia. Adquirió tesoros de plata, oro, piedras preciosas, aromas, escudos y toda clase de objetos valiosos, (II Crónicas 32, 27)

  • A un mismo tiempo, fueron acogidas favorablemente ante la gloria de Dios las plegarias de Tobit y de Sara, (Tobías 3, 16)

  • Cuando tú y Sara hacían oración, era yo el que presentaba el memorial de sus peticiones delante de la gloria del Señor; y lo mismo cuando tú enterrabas a los muertos. (Tobías 12, 12)

  • Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia". (Tobías 12, 15)

  • porque Jerusalén será reconstruida, y también su Templo por todos los siglos! ¡Feliz de mí, si queda alguien de mi descendencia para ver tu gloria y celebrar al Rey del cielo! Las puertas de Jerusalén serán hechas de zafiro y esmeralda, y todos sus muros, de piedras preciosas; las torres de Jerusalén serán construidas de oro, y sus baluartes, de oro puro. Las calles de Jerusalén serán pavimentadas de rubíes y de piedras de Ofir; (Tobías 13, 17)

  • ¡Tu nombre es ‘Señor’! Quebranta su fuerza con tu poder, aplasta su poderío con tu ira, porque se han propuesto profanar tu Santuario, manchar la Morada donde habita la Gloria de tu Nombre, y derribar tu altar a golpes de hierro. (Judit 9, 8)

  • Al verla, todos a una, la elogiaron y le dijeron: "¡Tú eres la gloria de Jerusalén, tú el gran orgullo de Israel, tú el insigne honor de nuestra raza! (Judit 15, 9)

  • Así, durante largo tiempo -¡ciento ochenta días!- él hizo ostentación de la fastuosidad de su gloria real y del magnífico esplendor de su grandeza. (Ester 1, 4)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina