pronađen 24 Rezultati za: Jefté

  • Jefté, el galaadita, era un guerrero valeroso. Galaad, su padre, lo había tenido con una prostituta. (Jueces 11, 1)

  • Pero como Galaad también tuvo hijos con su esposa, estos, cuando se hicieron grandes, echaron a Jefté, diciéndole: "Tú no participarás de la herencia en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer". (Jueces 11, 2)

  • Entonces Jefté huyó lejos de sus hermanos, y se estableció en la región de Tob. Allí se le juntaron unos cuantos aventureros, que lo acompañaban en sus correrías. (Jueces 11, 3)

  • Y cuando iban a atacarlo, los ancianos de Galaad fueron a la región de Tob a buscar a Jefté. (Jueces 11, 5)

  • Jefté les respondió: "¿No son ustedes los que me odiaron hasta el punto de echarme de la casa de mi padre? ¿Por qué acuden a mí ahora que están en un aprieto?". (Jueces 11, 7)

  • Los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: "Si, de acuerdo. Pero ahora recurrimos a ti para que vengas con nosotros a combatir contra los amonitas. Tú serás nuestro jefe y el de todos los habitantes de Galaad". (Jueces 11, 8)

  • Jefté les respondió: "Si me hacen volver para luchar contra los amonitas y el Señor me los entrega, yo seré el jefe de ustedes". (Jueces 11, 9)

  • Jefté partió entonces con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó su jefe y comandante. En Mispá, delante del Señor, Jefté reiteró todas las condiciones que había puesto. (Jueces 11, 11)

  • Después, Jefté envió mensajeros al rey de los amonitas, para decirle: "¿Qué tenemos que ver tú y yo, para que vengas a atacarme en mi propio país?". (Jueces 11, 12)

  • El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: "Lo que pasa es que Israel, cuando subía de Egipto, se apoderó de mi territorio desde el Arnón hasta el Iaboc y el Jordán. Ahora, devuélvemelo por las buenas". (Jueces 11, 13)

  • Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los amonitas, (Jueces 11, 14)

  • para decirle: "Así habla Jefté: Israel no se apoderó del país de Moab ni del país de los amonitas. (Jueces 11, 15)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina