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  • Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. (II Corintios 4, 6)

  • No tengan relaciones indebidas con los que no creen. Porque, ¿qué tienen en común la justicia con la iniquidad, o la luz con las tinieblas? (II Corintios 6, 14)

  • Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. (II Corintios 11, 14)

  • Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido. (Gálatas 4, 27)

  • Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. (Efesios 5, 8)

  • Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. (Efesios 5, 9)

  • Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, (Efesios 5, 13)

  • porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará. (Efesios 5, 14)

  • así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo, (Filipenses 2, 15)

  • todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. (I Tesalonicenses 5, 5)

  • el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén. (I Timoteo 6, 16)

  • Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz: (I Pedro 2, 9)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina