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  • En seguida el sacerdote tomará de manos de la mujer la oblación motivada por los celos, hará el gesto de presentación delante del Señor, y la llevará hasta el altar. (Números 5, 25)

  • El sacerdote tomará la espalda ya cocida del carnero, una torta sin levadura de la cesta y una galleta sin levadura, y las pondrá en las manos del nazireo, después que este se haya cortado el cabello. (Números 6, 19)

  • Una vez que hayas hecho acercar a los levitas hasta la presencia del Señor, los israelitas impondrán las manos sobre ellos. (Números 8, 10)

  • Los levitas impondrán sus manos sobre las cabezas de los novillos: uno será ofrecido al Señor como sacrificio por el pecado, y el otro como holocausto, a fin de practicar el rito de expiación en favor de los levitas. (Números 8, 12)

  • Entonces Israel hizo este voto al Señor: "Si pones a este pueblo en nuestras manos, consagraremos sus ciudades al exterminio total". (Números 21, 2)

  • ¡Ay de ti, Moab! ¡Estás perdido, pueblo de Quemós! Él puso en fuga a sus hijos, e hizo prisioneras a sus hijas en manos de Sijón, un rey amorreo. (Números 21, 29)

  • Entonces el Señor dijo a Moisés: "No le tengas miedo, porque yo lo puse en tus manos con todo su pueblo y todo su territorio. Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos que habitaba en Jesbón". (Números 21, 34)

  • Entonces Balac, enfurecido contra Balaam, golpeó las manos y le dijo: "Yo te llamé para que maldijeras a mis enemigos, y tú ya los has bendecido tres veces. (Números 24, 10)

  • y librará a aquel de las manos de este. Luego la comunidad lo hará volver a la ciudad de refugio, adonde había huido, y él permanecerá allí hasta la muerte del Sumo Sacerdote que ha sido ungido con el óleo santo. (Números 35, 25)

  • regresaron trayendo en sus manos frutos de esa región, y nos presentaron este informe: "La tierra que nos da el Señor, nuestro Dios, es excelente". (Deuteronomio 1, 25)

  • Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a dejarnos pasar por su territorio, porque el Señor, tu Dios, había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, a fin de ponerlo en tus manos, como lo está todavía hoy. (Deuteronomio 2, 30)

  • Pero el Señor lo puso en nuestras manos y lo derrotamos, a él con sus hijos y todas sus tropas. (Deuteronomio 2, 33)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina