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  • Yo daré gracias al Señor en alta voz, lo alabaré en medio de la multitud, (Salmos 109, 30)

  • Avanzó hasta los confines del mundo y saqueó una multitud de naciones. La tierra enmudeció en su presencia y por eso su corazón se ensoberbeció y se llenó de orgullo. (I Macabeos 1, 3)

  • Estos, al ver el ejército que se les venía encima, dijeron a Judas: "¿Cómo, siendo tan pocos, podremos combatir con una multitud tan poderosa? Además, estamos extenuados porque hoy no hemos comido nada en todo el día". (I Macabeos 3, 17)

  • Judas les respondió: "Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos, y al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos. (I Macabeos 3, 18)

  • Los israelitas se estremecían al oír el rumor de aquella multitud, el ruido de su marcha y el estrépito de sus armas, porque era un ejército inmenso y poderoso. (I Macabeos 6, 41)

  • Pero al ver la multitud de los enemigos, se atemorizaron y muchos desertaron del campamento, de manera que no quedaron más que ochocientos hombres. (I Macabeos 9, 6)

  • Como la multitud estaba muy excitada y había llegado al colmo de su furor, Lisímaco armó cerca de tres mil hombres e inició una violenta represión, poniendo al frente a un tal Arauno, hombre avanzado en edad no menos que en falta de juicio. (II Macabeos 4, 40)

  • Cuando el Macabeo reunió a sus seguidores, unos seis mil en total, los exhortó a que no se dejaran acobardar por los enemigos ni se amedrentaran ante la inmensa multitud de gente que venía a atacarlos injustamente. Los animó asimismo a que lucharan con entusiasmo, (II Macabeos 8, 16)

  • Cuando los partidarios del Macabeo supieron que Lisias había sitiado la fortaleza, comenzaron a suplicar al Señor con gemidos y lágrimas, unidos a la multitud, pidiéndole que enviara un ángel protector para salvar a Israel. (II Macabeos 11, 6)

  • e hicieron rogativas pidiendo que el pecado cometido quedara completamente borrado. El noble Judas exhortó a la multitud a que se abstuvieran del pecado, ya que ellos habían visto con sus propios ojos lo que había sucedido a los caídos en el combate a causa de su pecado. (II Macabeos 12, 42)

  • Pero, por lo precipitado del ataque, no acertó el golpe, y como las tropas ya se abrían paso a través de las puertas, subió valerosamente a lo alto del muro y se arrojó con intrepidez sobre la multitud. (II Macabeos 14, 43)

  • Era una multitud interminable la que él encabezaba. Pero los que vendrán después tampoco estarán contentos con él, porque también esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 4, 16)


“Combata vigorosamente, se está interessado em obter o prêmio destinado às almas fortes.” São Padre Pio de Pietrelcina