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  • Entonces fueron a llamar a los porteros de la ciudad y les informaron, diciendo: "Hemos entrado en el campamento de los arameos y no había nadie; no se oía ni una sola voz humana. Sólo estaban los caballos y los asnos atados, y las carpas intactas". (II Reyes 7, 10)

  • Los porteros lanzaron gritos hacia el interior de la ciudad, y se hizo llegar la noticia a la casa del rey. (II Reyes 7, 11)

  • Los porteros eran Salúm, Acub, Talmón, Ajimán y sus hermanos. Salúm era su jefe, (I Crónicas 9, 17)

  • y ellos están hasta el presente junto a la puerta del rey, al este. Los porteros del campamento de los hijos de Leví fueron: (I Crónicas 9, 18)

  • El total de los elegidos como porteros de los umbrales era de 212, y estaban inscritos en sus poblados. David y Samuel, el vidente, los habían establecido en sus cargos permanentemente. (I Crónicas 9, 22)

  • Había porteros en los cuatro puntos cardinales: al este, al oeste, al norte y al sur. (I Crónicas 9, 24)

  • Los cuatro jefes de los porteros, en cambio, estaban de servicio permanentemente. Estos eran los levitas y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la Casa de Dios. (I Crónicas 9, 26)

  • Junto con ellos, a sus hermanos de segundo orden: Zacarías, hijo de Iaaziel, Semiramot, Iejiel, Uní, Eliab, Benaías, Maaseías, Matitías, Eliflehú, Micneías, Obededóm y Ieiel, los porteros. (I Crónicas 15, 18)

  • Berequías y Elcaná eran porteros del Arca. (I Crónicas 15, 23)

  • Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaías y Eliezer, tocaban las trompetas delante del Arca de Dios. Obededóm y Iejías eran porteros del Arca. (I Crónicas 15, 24)

  • también dejó a Obededón y a sus sesenta y ocho hermanos. Obededóm, hijo de Iedutún, y Josá eran porteros. (I Crónicas 16, 38)

  • Hemán y Iedutún tenían consigo trompetas, címbalos e instrumentos musicales para acompañar los cantos de Dios. Los hijos de Iedutún eran porteros. (I Crónicas 16, 42)


“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina