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  • es como la luz matinal al salir el sol, en una mañana sin nubes: con ese resplandor, después de la lluvia, brota la hierba de la tierra. (II Samuel 23, 4)

  • ¡Un áureo resplandor viene del norte; una terrible majestad reina en torno de Dios! (Job 37, 22)

  • de día los guiaba con la nube y de noche, con el resplandor del fuego. (Salmos 78, 14)

  • Entonces se encendió una llamarada, que fue absorbida por el resplandor que brillaba en el altar. (II Macabeos 1, 32)

  • Esos hombres colocaron al Macabeo en medio de ellos y, cubriéndolo con sus armas, lo hicieron invulnerable, mientras arrojaban flechas y rayos contra los adversarios. Estos, enceguecidos por el resplandor, se dispersaron en el más completo desorden. (II Macabeos 10, 30)

  • atacó también durante la noche a los iamnitas e incendió el puerto y la flota, de manera que el resplandor de las llamas se vio incluso en Jerusalén, a una distancia de casi cincuenta kilómetros. (II Macabeos 12, 9)

  • La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. (Sabiduría 7, 10)

  • Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. (Sabiduría 7, 26)

  • Ningún fuego tenía fuerza suficiente para alumbrar, ni el resplandor brillante de las estrellas lograba iluminar aquella horrible noche. (Sabiduría 17, 5)

  • Como bandada de pájaros, él esparce la nieve y, al bajar, ella se posa como la langosta; el resplandor de su blancura deslumbra los ojos y el espíritu se embelesa al verla caer. (Eclesiástico 43, 18)

  • Pero ustedes, los que atizan el fuego y arman flechas incendiarias, caminen al resplandor de sus hogueras y entre las flechas que encendieron. Esto les sucederá por obra mía y ustedes yacerán en medio de tormentos. (Isaías 50, 11)

  • Vuélvete, Jacob, y tómala, camina hacia el resplandor, atraído por su luz. (Baruc 4, 2)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina