pronađen 29 Rezultati za: Simei

  • Los hijos de Gersón fueron Libní y Simei con sus clanes. (Exodo 6, 17)

  • Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones, (II Samuel 16, 5)

  • David siguió con sus hombres por el camino, mientras Simei iba por la ladera de la montaña, al costado de él; y a medida que avanzaba, profería maldiciones, arrojaba piedras y levantaba polvo. (II Samuel 16, 13)

  • Simei, hijo de Guerá, el benjaminita de Bajurím, se apresuró a descender con los hombres de Judá al encuentro del rey David, (II Samuel 19, 17)

  • y cruzaron el vado, para hacer pasar a la familia del rey y complacer todos sus deseos. En cuanto a Simei, se arrojó a los pies del rey cuando este iba a cruzar el Jordán, (II Samuel 19, 19)

  • Entonces intervino Abisai, hijo de Seruiá, y dijo: "¿No va a morir Simei por haber maldecido al ungido del Señor?". (II Samuel 19, 22)

  • Luego el rey dijo a Simei: "Tú no morirás". Y se lo juró. (II Samuel 19, 24)

  • Tú tienes todavía cerca de ti a Simei, hijo de Guerá, el benjaminita de Bajurím; él me maldijo despiadadamente el día en que yo iba a Majanaim. Pero cuando bajó a recibirme en el Jordán, yo le juré por el Señor: No te haré morir por la espada. (I Reyes 2, 8)

  • Simei, hijo de Elá, en Benjamín; (I Reyes 4, 18)

  • Los hijos de Pedaías fueron Zorobabel y Simei; los hijos de Zorobabel, Mesulám, Jananías, y Selomit, hermana de ellos. (I Crónicas 3, 19)

  • el hijo de Mismá, Jamuel; el hijo de Jamuel, Zacur; el hijo de Zacur, Simei. (I Crónicas 4, 26)

  • Simei tuvo dieciséis hijos y seis hijas; pero sus hermanos no tuvieron muchos hijos, y todos sus clanes no fueron tan numerosos como los descendientes de Judá. (I Crónicas 4, 27)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina