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  • Había que pagar dos tercios de siclo por las azadas y las rejas de arado, y un tercio de siclo por afilar las hachas y reparar las picanas. (I Samuel 13, 21)

  • Luego dio a la tropa la señal de partida: un tercio iba a las órdenes de Joab, un tercio a las órdenes de Abisai, hijo de Seruiá y hermano de Joab, y el otro tercio a las órdenes de Itai, el de Gat. El rey dijo a la tropa: "Yo también saldré con ustedes". (II Samuel 18, 2)

  • Luego les impartió esta orden: "Van a hacer lo siguiente: Un tercio de ustedes, el que entra de servicio el día sábado y custodia la casa del rey, (II Reyes 11, 5)

  • con el tercio que está apostado en la puerta del Sur y el tercio que está apostado en la puerta de la escolta, montarán guardia en la Casa para vigilar el acceso. (II Reyes 11, 6)

  • Ustedes harán lo siguiente: un tercio de ustedes, los sacerdotes y levitas que entran de servicio el día sábado, montarán guardia en las puertas; (II Crónicas 23, 4)

  • otro tercio ocupará la casa del rey, y el otro tercio se quedará en la puerta del Fundamento. Mientras tanto, todo el pueblo permanecerá en los atrios de la Casa del Señor. (II Crónicas 23, 5)

  • Nos imponemos la obligación de dar cada año un tercio de siclo para el culto de la Casa de nuestro Dios, (Nehemías 10, 33)

  • Renuncio también, a partir de hoy y para siempre, a percibir el tercio de los granos y la mitad de los frutos de los árboles que me corresponden, tanto de Judá como de los tres distritos anexos de Samaría y Galilea. (I Macabeos 10, 30)

  • Entonces, en todo el país -oráculo del Señor- dos tercios serán exterminados, perecerán, y sólo un tercio quedará en él. (Zacarías 13, 8)

  • Yo haré pasar ese tercio por el fuego, y los purificaré como se purifica la plata, los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi Nombre, y yo lo escucharé; yo diré: "¡Este es mi Pueblo!" y él dirá: "¡El Señor es mi Dios!". (Zacarías 13, 9)

  • Yo, Tercio, que he servido de amanuense, los saludo en el Señor. (Romanos 16, 22)


“Que o Espírito Santo guie a sua inteligência, faça-o descobrir a verdade escondida na Sagrada Escritura e inflame a sua vontade para praticá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina