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  • Tú, en cambio, irás en paz a reunirte con tus padres, y serás sepultado después de una vejez feliz. (Génesis 15, 15)

  • Y añadió: "¡Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos! Porque yo le di un hijo en su vejez". (Génesis 21, 7)

  • Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de su vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas. (Génesis 37, 3)

  • Nosotros te respondimos: Tenemos un padre que ya es anciano, y un hermano menor, hijo de su vejez. El hermano de este último murió, y él es el único hijo de la madre de estos dos que ha quedado vivo; por eso nuestro padre siente por él un afecto muy especial. (Génesis 44, 20)

  • Gedeón, hijo de Joás, murió después de una feliz vejez, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer. (Jueces 8, 32)

  • Él te reconfortará y será tu apoyo en la vejez, porque te lo ha engendrado tu nuera que te quiere tanto y que vale para ti más que siete hijos". (Rut 4, 15)

  • Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. (I Reyes 11, 4)

  • Así lo hizo la mujer de Jeroboám: partió hacia Silo y entró en la casa de Ajías. Este ya no podía ver, porque había perdido la vista a causa de su vejez. (I Reyes 14, 4)

  • Murió después de una dichosa vejez, lleno de años, de riqueza y de gloria, y le sucedió su hijo Salomón. (I Crónicas 29, 28)

  • Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!". (Tobías 8, 7)

  • Él cuidó respetuosamente a sus suegros durante su vejez, y los enterró en Ecbátana de Media. Tobías heredó el patrimonio de Ragüel y el de su padre Tobit, (Tobías 14, 13)

  • No me rechaces en el tiempo de mi vejez, no me abandones, porque se agotan mis fuerzas; (Salmos 71, 9)


“Devo fazer somente a vontade de Deus e, se lhe agrado, o restante não conta.” São Padre Pio de Pietrelcina