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  • «Estos hombres nos vienen en son de paz. Que se queden en el país y a circulen libremente, pues y a veis que pueden disponer de tierra espaciosa. Tomemos a sus hijas por mujeres y démosles las nuestras. (Génesis 34, 21)

  • Sus ganados y hacienda y todas sus bestias, ¿no van a ser para nosotros? Así que lleguemos a un acuerdo con ellos y que se queden con nosotros.» (Génesis 34, 23)

  • Respondió Moisés a Faraón: «Dígnate indicarme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que se alejen las ranas de ti y de tus casas, y queden solamente en el Río.» (Exodo 8, 5)

  • Llamó Faraón a Moisés y dijo: «Id y dad culto a Yahveh; que se queden solamente vuestras ovejas y vuestras vacadas. También vuestros pequeños podrán ir con vosotros.» (Exodo 10, 24)

  • a mayor número de años, mayor precio cobrarás; cuantos menos años queden, tanto menor será su precio, porque lo que él te vende es el número de cosechas. (Levítico 25, 16)

  • Soltaré contra vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos. (Levítico 26, 22)

  • Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. (Deuteronomio 6, 6)

  • sino que Yahveh tu Dios te las entregará y les infligirá grandes descalabros hasta que queden destruidas. (Deuteronomio 7, 23)

  • El más delicado y tierno de entre los tuyos mirará con malos ojos a su hermano, e incluso a la esposa de su corazón y a los hijos que le queden, (Deuteronomio 28, 54)

  • De allí se fue David a Mispé de Moab y dijo al rey de Moab: «Permite que mi padre y mi madre se queden con vosostros hasta que yo sepa qué va a hacer conmigo Dios.» (I Samuel 22, 3)

  • Pero la mujer de Técoa dijo al rey: «Caiga, oh rey mi señor, la culpa sobre mí y sobre la casa de mi padre y queden inocentes el rey y su trono.» (II Samuel 14, 9)

  • Los que queden serán sepultados por la Peste, y sus viudas no los llorarán. (Job 27, 15)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina