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  • ¿Por qué dijiste: "Es mi hermana", de manera que yo la tomé por mujer? Ahora, pues, he ahí a tu mujer: toma y vete.» (Génesis 12, 19)

  • Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, no vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.» (Génesis 19, 15)

  • Díjole: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga.» (Génesis 22, 2)

  • Así pues, toma tus saetas, tu aljaba y tu arco, sal al campo y me cazas alguna pieza. (Génesis 27, 3)

  • Rebeca dijo a Isaac: «Me da asco vivir al lado de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het como las que hay por aquí, ¿para qué seguir viviendo?» (Génesis 27, 46)

  • Levántate y ve a Paddán Aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. (Génesis 28, 2)

  • Replicó Jacob: «De ninguna manera. Si he hallado gracias a tus ojos, toma mi regalo de mi mano, ya que he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía. (Génesis 33, 10)

  • Y la hija de Faraón le dijo: «Toma este niño y críamelo que yo te pagaré.» Tomó la mujer al niño y lo crió. (Exodo 2, 9)

  • Toma también en tu mano este cayado, porque con él has de hacer las señales.» (Exodo 4, 17)

  • «Cuando Faraón os diga: Haced algún prodigio, dirás a Aarón: "Toma tu cayado y échalo delante de Faraón, y que se convierta en serpiente."» (Exodo 7, 9)

  • Yahveh dijo a Moisés: «Di a Aarón: Toma tu cayado, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus canales, sobre sus ríos, sobre sus lagunas y sobre todos sus depósitos de agua. Se convertirán en sangre; y habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en los árboles y la piedras.» (Exodo 7, 19)

  • Dijo, pues, Moisés a Aarón: «Toma una vasija, pon en ella un gomor lleno de maná, y colócalo ante Yahveh, a fin de conservarlo para vuestros descendientes.» (Exodo 16, 33)


“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina