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  • ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.» (Génesis 4, 7)

  • Dijo, pues, Yahveh: «El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo. (Génesis 18, 20)

  • Entonces Jacob, montando en cólera recriminó a Labán, y encarándose con él le dijo: «¿Cual es mi delito? ¿Cuál mi pecado, que me persigues con saña? (Génesis 31, 36)

  • "Así diréis a José: Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y su pecado." Cierto que te hicieron daño, pero ahora tú perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.» Y José lloró mientras le hablaban. (Génesis 50, 17)

  • Faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: «Ahora sí, he pecado; Yahveh es el justo, y yo y mi pueblo somos inicuos. (Exodo 9, 27)

  • Entonces Faraón llamó a toda prisa a Moisés y a Aaron, y dijo: «He pecado contra Yahveh, vuestro Dios, y contra vosotros. (Exodo 10, 16)

  • Ahora, pues, perdonad por favor mi pecado, siquiera por esta vez; rogad a Yahveh, vuestro Dios, que aparte de mí al menos esta mortandad.» (Exodo 10, 17)

  • Pero quemarás fuera del campamento la carne del novillo, con su piel y sus excrementos. Es sacrificio por el pecado. (Exodo 29, 14)

  • Cada día ofrecerás un novillo en expiación como sacrificio por el pecado; y purificarás, mediante tu expiación, el altar, que ungirás para consagrarlo. (Exodo 29, 36)

  • Aarón una vez al año hará expiación sobre los cuernos de este altar. Con la sangre del sacrificio por el pecado, es decir, el de la expiación, una vez cada año hará expiación por él en vuestras sucesivas generaciones. Cosa sacratísima es el altar en honor de Yahveh. (Exodo 30, 10)

  • Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. (Exodo 32, 7)

  • Y dijo Moisés a Aarón: «¿Qué te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado?» (Exodo 32, 21)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina