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  • Le estremecía un temor y un temblor de cuerpo que dejaba adivinar a quienes le miraban el dolor de su corazón. (II Macabeos 3, 17)

  • A punto de morir por los golpes de la flagelación, les decía gimiendo: "El Señor, que todo lo sabe, ve bien que, pudiéndome librar de la muerte, estoy sufriendo en mi cuerpo los tormentos atroces de la flagelación; pero en el alma sufro gustoso todo esto por su santo temor". (II Macabeos 6, 30)

  • Así murió el primero. Acercaron entonces el segundo para torturarlo. Le arrancaron el cuero cabelludo, y le preguntaron: "¿Quieres comer para no ser atormentado en tu cuerpo, miembro por miembro?". (II Macabeos 7, 7)

  • les decía: "No sé yo cómo habéis aparecido en mi seno, puesto que no he sido yo la que os ha dado el espíritu y la vida, ni la que unió los miembros de vuestro cuerpo. (II Macabeos 7, 22)

  • Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes patrias, pidiendo a Dios que muestre pronto su misericordia con su pueblo, y a ti, con tormentos y castigos, te obligue a confesar que sólo él es Dios. (II Macabeos 7, 37)

  • Pero sucedió que Antíoco se cayó del carro, lanzado a toda velocidad, con tan funesta caída, que todos los miembros de su cuerpo quedaron magullados. (II Macabeos 9, 7)

  • Manaban gusanos del cuerpo de aquel criminal, y sus carnes, vivas aún, se caían a pedazos entre desgarramientos y dolores, apestando con su hedor a todo el ejército. (II Macabeos 9, 9)

  • El cuerpo fue transportado por Filipo, coetáneo suyo, que, no fiándose del hijo de Antíoco, se retiró a Egipto, a la corte de Tolomeo Filométor. (II Macabeos 9, 29)

  • En el anterior período de confusión había sido acusado de judaísmo, y por el judaísmo había expuesto su cuerpo y su vida con invencible constancia. (II Macabeos 14, 38)

  • Y el que en cuerpo y alma estaba consagrado a la defensa de sus ciudadanos y había guardado para ellos un ánimo varonil, dio orden de que cortaran la cabeza de Nicanor y su brazo derecho hasta el húmero y los llevaran a Jerusalén. (II Macabeos 15, 30)

  • porque son vida para quien las posee y dan salud a su cuerpo. (Proverbios 4, 22)

  • para que al fin no tengas que gemir, cuando tu cuerpo y tu carne estén consumidos, (Proverbios 5, 11)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina